El hecho de que yo no sea un fotógrafo de desnudos hace que me quite el sombrero ante propuestas diferentes que, lejos de generar controversia o preciosismo, indagan e investigan en técnicas que nos permiten ver la realidad desde otros ojos.
No me gustan las imágenes preciosistas que confunden y distraen a la hora de saber si la foto nos gusta porque es buena o porque lo que muestra nos parece atractivo. Tampoco soy fan de aquellas imágenes explícitas y evidentes que, habitualmente, no demuestran la audacia, conocimientos o técnica del fotógrafo, sino la audacia, valor y arrojo de los modelos que posan ante la cámara.
En cambio me parecen muy honestos aquellos desnudos que rompen con los cánones de belleza o aquellos que proponen cambiarlo, me encanta la audacia de quien a la hora de disparar su cámara no se encorseta en las rígidas costuras de los condicionamientos sociales y va un poco más allá, pero con clase, con elegancia y demostrando que la fotografía de desnudos aún tiene mucho que enseñar, aunque esto suene obvio.
Son muchos los maestros que han investigado en el desnudo como parte de un estudio de anatomía, hay quienes los han empleado como arma para denunciar injusticias sociales, quienes lo han utilizado como apoyo a colectivos olvidados e incluso quienes visualizan los problemas de la gente a través de la llamada de atención que aún supone ver a alguien desnudo. Es curioso que haya aún empresas como Facebook que sean capaces de censurar un desnudo, aunque este forme parte de una obra clásica de la pintura o la fotografía, y permitan el uso de imágenes de animales maltratados.
Los desnudos de Jörg Heidenberger son el resultado de una fotografía meditada, con un estudio de la luz y de las formas, no son polémicos, ni grotescos, ni pueden herir la sensibiliidad de nadie.
Fuentes:
Página oficial Jörg Heidenberger
Last modified: 2 junio, 2017