La expresión «memoria histórica» está muy de moda en el vocabulario de los españoles, pero no somos el único país que cree necesarios mirar atrás, en su historia, para tratar de cerrar heridas. En México la deforestación de la selva, la americanización de la sociedad y la revolución que tuvo lugar entre 1910 y 1920 ha llevado casi a la extinción de los indígenas, una fotógrafa quiere visibilizar este hecho.
Mariana Yampolsky es una artista estadounidense que viajó a México motivada por el fin de la revolución, pero una vez allí lo que llamó su atención no fue tanto el país en construcción, sino los estilos de vida de comunidades indígenas que decidieron resistir desde las montañas y el interior de la selva Lacandona.
Sus fotografías trataban de ofrecer una visión antropológica de las costumbres y tradiciones en las comunidades, su organización y las notables diferencias que los separaban con los «nuevos mexicanos». Del mismo modo le llamó la atención el respeto y adaptación de los indígenas a la «pacha mama», a la naturaleza, a la tierra por lo que los paisajes cobran muchísima importancia en el trabajo de Yampolsky.
Se estiman en 60.000 el número de negativos que se conserva de la artista. Gran parte de su obra tiene por protagonistas a las mujeres, niños y niñas. Las primeras por ser el motor de la cultura indígena y los segundos porque representan el futuro, la ilusión y la esperanza de conservar la cultura.
Su trabajo muestra una visión muy amplia que permite hacernos una idea de que las comunidades indígenas, pese a no vivir en las grandes ciudades ni ceder ante las tentaciones de la vida que se propone desde las instituciones gubernamentales, podemos ver cómo se organizan las escuelas, los trabajos. No es un documento donde veamos calamidades o miseria, sino un estilo de vida fiel a las tradiciones, con sus fiestas populares y su trabajo.
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Last modified: 31 mayo, 2017