El concepto de liminalidad encierra misterio y cierta melancolía. Hace referencia al momento inmediatamente anterior al límite, esa especie de limbo en el que no se está ni en un sitio ni en otro, sino en el umbral, entre lo que ya se ha ido y lo que aún está por llegar. Una suerte de frontera espacial, temporal y metafísica, según el contexto, en la que se ubica la obra fotográfica de Kindra Nikole.
Esta artista estadounidense ha elegido este concepto para titular su última serie, que será expuesta en la Haven Gallery de Northport, Nueva York, hasta el 21 de julio, pero bien podría definir toda su obra. Porque las fotografías de Nikole se sitúan en el límite de la fantasía y la realidad, sin ser completamente ninguna de ellas aun teniendo elementos de las dos.
Ese es, quizás, el principal atractivo de sus imágenes, el encerrar esa liminalidad entre dos mundos en apariencia apuestos que se dan la mano en sus fotografías, como lo hacía en la literatura el realismo mágico de García Márquez. “Mi objetivo siempre es crear imágenes que parezcan irreales, pero que aún así sean creíbles”, explica en una entrevista para MyModernMet.
Al observar sus instantáneas el espectador se sumerge en un universo mágico de guerreras, hadas, ninfas y diosas del bosque, como si estuviese explorando los recovecos del último videojuego de rol del mercado. Ese efecto fantástico lo consigue con un cuidado vestuario, escenarios naturales misteriosos y efectos especiales que realiza durante la toma, porque prefiere conseguir la imagen completa a través de su cámara a abusar del retoque digital.
Debido a esto, la parte más importante de su trabajo es la preparación previa. Para conseguir la imagen que ha pensado en su cabeza puede pasar meses buscando el escenario adecuado, la tela precisa, el atrezo indicado, cosiendo los trajes y preparando las luces con el único objetivo de recrear el ambiente que ha imaginado en su mente. Y más adelante, sólo después de haberse acercado lo más posible a la imagen que quería crear en el mundo real, usa el retoque digital para rematar sus obras.
El resultado son fotografías cargada de fantasía y misterio, con gran protagonismo de colores vivos y vibrantes, en el que una sola figura humana, generalmente femenina, suele aparecer en mitad de un paisaje natural con un aura mágica.
Historias incompletas
Otro elemento que añade fantasía y misterio a las imágenes de Nikole es su pretendida intención de contar historias incompletas. De esta forma, cada fotografía parece trazar las líneas de una narración que el propio espectador tendrá que completar con su imaginación. Así, cada persona interpreta cada instantánea de una forma distinta y enriquece las obras.
“Me emociona ver cómo la gente interpreta cada imagen. Hay algo realmente gratificante en dejarlas un poco abiertas, es una invitación al espectador a participar y jugar un papel en el arte”, explica.
The Liminal
Todas las series de Kindra Nikole tienen en común el protagonismo de la mujer y escenarios naturales, a los que dota de elementos fantásticos con efectos especiales, juego de luces y postproducción. En su primera serie, Anisán, esas figuras femeninas iban ataviadas con armaduras y cotas de malla como poderosas guerreras de un videojuego de rol, mientras que en su siguiente proyecto, Dreamscae, las modelos parecen ninfas y diosas del bosque.
Su último trabajo, The Liminal, sigue la estela de aquellas series con la mujer y la naturaleza como protagonistas. En esta ocasión la inspiración para el proyecto vino de varias historias mitológicas de distintas partes del mundo, a partir de las cuales Nikole trató de crear sus propias imágenes folklóricas.
Sin embargo, conforme avanzaba, el proyecto comenzó a tomar vida propia y se encaminó hacia ese mundo que existe en las medianías de lo real y lo ficticio, el lugar intermedio donde lo inimaginable es posible.
En las imágenes, algunos de los seres dominan el entorno y son una exaltación de los lugares que representan, mientras que otros se ven atrapados por la magia de lo desconocido, como criaturas que vagaron demasiado tiempo por sendas recónditas y perdieron su rumbo.
Como es habitual en las series de Nikole, las localizaciones han sido diversas. No obstante, The Liminal ha sido especialmente exigente en cuanto a los escenarios, por lo que la fotógrafa estadounidense se ha tenido que desplazar a puntos muy distantes de la geografía norteamericana. Así, viajó a California para los océanos y salinas, a Hawái para los lechos de lava y al noroeste del Pacífico para los bosques y prados.
En referencia a The Liminal, su autora señala que “a veces vemos cosas que no están ahí o notamos un parpadeo de luz en el horizonte. Me gusta pensar que lo que a menudo ignoramos como ‘nada’ podrían ser criaturas que existen en otra dimensión. Hace que el mundo sea mucho más interesante y es lo que trato de comunicar en mi trabajo”.
Last modified: 12 julio, 2019